I EL DIOS DE LOS JUDIOS
“Nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de
los Judíos”---Jesucristo
La profundidad del sentimiento Judío acerca del monoteísmo fue
formado por siglos de experiencia. Mientras que la nación se había
adherido a su convicción central acerca del único Dios, ella había
prosperado. El sufrimiento terrible había sido la pena por cualquier
apostasía hacia el politeísmo. El resultado fue que el celebrado:
“Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es” (Deut. 6:4
V.R.V; cp. Marcos 12:29) que define el credo nacional de Israel, fue
pronunciado por cada Israelita pío a través de su vida y en la hora
de su muerte. Para sentir el fervor que rodeó la creencia Judía en
un Dios deberíamos pensar en nuestros más profundos compromisos:
Amor a la libertad y al país, hogar y familia.
Si usted hubiera nacido un Judío de padres religiosos ortodoxos
en la Palestina del primer siglo, usted hubiera tenido que sostener
la firme convicción de que hay un, y sólo un supremo creador Dios
merecedor de adoración en el universo. Este credo estaba
intrincadamente entrelazado dentro de la estructura o marco de la
vida Judía. Los días santos nacionales, el calendario agrícola,
así como la esperanza de la liberación nacional del opresor Romano
y la promesa de una grandeza futura, estuvieron todos fundados en la
revelación de un solo Dios personal contenido en las páginas de los
escritos que llamamos el Antiguo Testamento. La literatura religiosa
de los Judíos definió la relación del creyente con ese único Dios
y proveyó la instrucción para el trato con sus semejantes seres
humanos. Mucho del Antiguo Testamento es una historia, a veces
positiva, a veces trágica, del Dios único tratando con Su pueblo
escogido, Israel. Además, los escritos sagrados predijeron un
glorioso futuro para la nación y el mundo, un día cuando todos en
la tierra reconocerán y servirán al único Dios verdadero de Israel
(Zacarías 14:9).
Fue dentro de esta comunidad religiosa distintiva y comprometida
que nació Jesús. Los orígenes de la fiel devoción de la comunidad
al monoteísmo estuvieron arraigados en el pacto hecho con Abraham
como el padre de los fieles. El credo fundamental del Judaísmo de
que Dios es un solo Señor estaba fuertemente inculcado en el pueblo
por Moisés. Subsecuentemente algunos Israelitas apóstatas se
volvieron atrás, a creer en los dioses de sus vecinos paganos. Los
representantes de estos poderosos dioses antiguos defendieron la
prostitución en el templo, la quema de niños al dios Molech, y la
mutilación del cuerpo---por mencionar algunos de sus más notables
ritos.
La historia registrada en los cinco primeros libros de la
antigua literatura Judía describe a una nación divinamente escogida
para que estuviese separada del mundo politeísta. Por medio de una
poderosa intervención divina, primero en el llamamiento de Abraham y
después en el Éxodo, una nación entera era introducida a un ser
que afirmaba no sólo que era el solo creador de todo lo que existe,
sino además el único Dios verdadero en existencia. Su mensaje a Su
pueblo Israel era inequívoco. A través de Moisés Él dijo: “Pero
a vosotros os tomó, y os ha sacado del horno de hierro, de Egipto,
para que seáis el pueblo de su heredad como en este día...A ti te
ha mostrado, para que supieses que Jehová es Dios, y no hay otro
fuera de él” (Deut. 4:20,35).
Es seguro que la nación de Israel, a quienes le fueron dadas
estas grandiosas declaraciones acerca de la Deidad, no supo nada
acerca de la dualidad o Trinidad de personas en la Divinidad. Ningún
hecho puede ser más firmemente establecido, una vez que es tomada su
literatura nacional como guía, y si el lenguaje tiene algún
significado permanente (14).
Una cosa es indisputable: las naciones que rodeaban a Israel no
estuvieron engañadas sobre la creencia que tenía Israel acerca de
un solo Dios. Este credo fue en parte responsable por la persecución
que duró por siglos del Judío religioso, que rehusó aceptar
cualquier otro objeto de adoración que su único Dios. Los Cruzados,
aquellos valientes guerreros cristianos del Siglo 11 emprendieron
gustosamente la tarea de expulsar a los “infieles” Musulmanes
monoteístas de la Tierra Santa. Su fervor los condujo igualmente al
asesinato de inofensivos Judíos europeos en una comunidad tras otra.
Tres siglos después ni el Judío unitario o Cristiano ni el
Protestante Trinitario pudieron sobrevivir a las persecuciones de la
inquisición Española sin renunciar a sus creencias religiosas y
aceptando el Catolicismo Romano o escapando a un lugar del mundo
menos hostil. Puede ser chocante para muchos, pero miles de
Cristianos, que también creyeron en un Dios personal único de los
Judíos, estuvieron dispuestos a escapar del mismo destino cruel a
manos de la Iglesia sólo por medio de la fuga.
Creer en un Dios unipersonal confirió a Israel una visión del
mundo que la separó de las otras filosofías, religiones, culturas y
naciones. Ella retiene su comprensión especial sobre Dios hasta este
día. En contraste, el amplio espectro del Cristianismo se sujeta a
la idea de un Dios en tres personas de la Trinidad (Padre, Hijo y
Espíritu Santo), con una minoría afirmando creer en un Dios en dos
personas (Padre y “Palabra”),2,
ambas personas existiendo desde la eternidad. Las religiones
orientales aceptan mucho más que un Dios, o al menos de seres
personales intermediarios entre el Dios Supremo y la creación, como
ocurrió en el mundo Griego por quien la Iglesia Cristiana estuvo
influenciada poco después de la muerte de su fundador, Jesús, el
Mesías. Grandes cantidades de personas hoy día están encontrando
sus raíces teológicas en el concepto Oriental de muchos dioses---el
credo de que todos nosotros somos dioses esperando el
auto-descubrimiento y en cierto grado desconcertante de que todo es
Dios. Es difícil no observar que la anarquía religiosa sobreviene
inevitablemente cuando cada persona es un dios en su propia opinión,
determinando su propio credo y conducta.
A fin de hacer hincapié en el Dios único al Israel nacional,
de modo que no hubiese ocasión de error o equivocación, Dios
repitió a través de Moisés: “Aprende pues, hoy, y reflexiona en
tu corazón que Jehová es Dios arriba en el cielo y abajo en la
tierra, y no hay otro” (Deut. 4:39). Sobre la fuerza de este
texto, y muchos como éste, podemos plenamente simpatizar con la
devoción Judía hacia el Dios unipersonal. La declaración parece
ser una prueba en contra de toda posibilidad de equivocación. Los
Judíos entendieron que “uno” quería decir “uno” y nunca
estuvieron en dudas acerca de la expresión “ningún otro”. Un
destacado portavoz Judío contemporáneo, Pinchas Lapide, hace
hincapié en la persistencia con la cual los Judíos guardaban el
corazón de su fe a fin de proteger la unidad unipersonal de Dios de
toda
multiplicación, adulteración, o amalgamiento con los
ritos del mundo
circundante, el pueblo de Israel escogió por si mismo
ese verso de la
Biblia para que fuese su credo el cual hasta el día
de hoy pertenece a
la liturgia diaria de la sinagoga y que también es
inculcado como la
primera máxima en un niño de escuela de cinco años
de edad. Este es
el credo que Jesús reconoció como el “más
importante de todos los
mandamientos”3
Como Lapide reconoce, cuando Jesús estuvo explicando el fundamento
de su creencia, él repitió las palabras dichas por Moisés a la
nación de Israel: “Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno
es. Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda
tu alma, y con todas tus fuerzas” (Deut. 6:4,5); Mar. 12:29,30). A
partir de la confirmación de Jesús de las palabras de Moisés
registradas en el libro de Deuteronomio, estamos forzados a concluir
que él debió haber entendido y creído lo que Moisés creía que
significaban estas palabras. Si hubiera sido de otra manera, o si
algún cambio radical había ocurrido para negar la afirmación
definitiva de Moisés acerca de “un Dios”, los escritores del
Nuevo Testamento fallaron completamente en suministrar cualquier
declaración igualmente no ambigua para revertir o corregir esta
pieza clave de la fe Judía.
Una confirmación adicional de la persistencia del credo
fundamental del Judaísmo se encuentra en la conversación de Jesús
con la mujer Samaritana. El le dijo a ella directamente sin
ambigüedad, “Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros
adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de los Judíos.
Mas la hora viene, y hora es, cuando los verdaderos adoradores
adorarán al Padre en espíritu y en verdad” (Juan 4:22,23). Ni
siquiera una vez encontramos a Jesús criticando a sus paisanos por
sostener un inadecuado entendimiento del número de personas en la
Deidad. Ciertamente tampoco Pablo reconoció otro Dios que el Dios de
Israel. El esperó que los gentiles fueran injertados dentro de
Israel y adoraran ese mismo Dios: “¿Es Dios solamente Dios de los
judíos?¿No es también Dios de los Gentiles? (Rom. 3:29; cp.
11:17). El Dios conocido por el Judío Pablo fue definido
concisamente por él en Gálatas 3:20, en las palabras de la
Traducción Amplificada del Nuevo Testamento que dice: “Dios es
(solo) una persona.”
Al principio de su ministerio Jesús confirmó fuertemente la
revelación divina dada a Moisés: “No penséis que he venido para
abrogar la ley o los profetas; no he venido a abrogar, sino para
cumplir” (Mateo 5:17). El primer principio del gran sumario de la
ley de Israel dado en la Torá a través de Moisés proveyó el credo
nacional: “No tendrás dioses ajenos delante de mí.” (Exodo
20:1-3).
Si hubo uno, solo, único ser todopoderoso en el universo
deseando revelar a Su creación el hecho de que El solo es Dios, y
que no había otro, ¿cómo podría haber sido indicado sin ninguna
posibilidad de error?¿Qué cosa podría haberse dicho para
asegurarse ni la más leve ocasión de equivocación?¿Cómo
expresaría cada uno de nosotros la absoluta singularidad del Dios
único si fuera nuestra responsabilidad el hacer claro ese mensaje a
una nación entera? No hubiéramos dicho, como Moisés informa de
Dios diciendo: “Ved ahora que yo, yo soy, Y no hay dioses conmigo”
(Deut. 32:39). Israel, hasta este día, en respuesta a estas
categóricas declaraciones, no aceptará sino al Dios unipersonal de
Moisés como resultado de estas palabras. Prescindiendo de
cualesquiera otras diferencias religiosas, el Dios unipersonal
permanece siendo la hebra que une a la comunidad judía.
La Biblia Hebrea y el Nuevo Testamento contienen aproximadamente
veinte mil pronombres singulares y verbos que describen al único
Dios uni-personal. El idioma no tiene una más clara o más obvia
manera de proveer un testimonio del monoteísmo unitario de Israel y
de Jesús.
El Ser revelado en la Torá de Israel fue un Dios que debía ser
claramente distinguido de los dioses paganos de Egipto. Por un acto
de poder Dios había rescatado a una nación esclavizada de la
cautividad. El fue un Dios de sorprendente poder y no obstante
personal y accesible---Un Dios para ser amado, de quien se dijo, “Y
habla Jehová a Moisés cara a cara, como habla cualquiera a su
compañero” (Éxodo 33:11). El fue una persona con quien David se
comunicaba: “Mi corazón ha dicho de ti: Buscad mi rostro. Tu
rostro buscaré, oh Jehová” (Sal. 27:8). En el Éxodo los Judíos
supieron que por primera vez en la historia una nación entera era
conducida a un contacto íntimo con el Dios creador a través de su
representante constituido. Este evento sin paralelo debía ser
incrustado en la conciencia nacional para siempre. Lo que debía ser
desterrado de su adoración eran los dioses del mundo alrededor de
ellos. Trágicamente, los temores supersticiosos y el deseo de ser
como las otras naciones tentaron de cuando en cuando a Israel para
abrazar los múltiples dioses del paganismo. Por esto ellos sufrieron
desastrosamente. Poco después de su salida de Egipto, a un costo
espantoso para ellos mismos, construyeron un becerro de oro como un
objeto de adoración.
La nación necesitó continuamente que se le recordara su credo
excepcional: “Escucha, Israel: Yahweh nuestro Dios es el único
Yahweh” (Deut. 6:4, Biblia Nueva Jerusalén). A través del profeta
Isaías, se le hizo saber una vez más a Israel sobre su identidad
nacional: “Vosotros son mis testigos... y entendáis que yo mismo
soy; antes de mi no fue formado dios, ni lo será después de
mí” (Isa. 43:10). Las teologías que prometen a sus seguidores que
algún día ellos serán “Dios” no parecen sujetarse a la
prerrogativa exclusiva sostenida por aquel que insiste en que no ha
habido otro Dios formado antes de él y que no habrá otro
después de él.
El continuo énfasis de Isaías en la uni-personalidad de Dios es
directo y claro. El cita a Dios quien dice: “Yo soy el primero, y
yo soy el postrero, y fuera de mí no hay Dios” (Isa. 44:6).
La pregunta es repetida: “Hay otro Dios fuera de mí, o hay alguna
otra Roca? Yo no conozco ninguno” (Isa. 44:8). Esta declaración
exclusiva fue una parte integral de la instrucción religiosa con la
cual Jesús fue educado y criado. Fue un credo que él sostuvo en
común con cada joven Judío. Su repetida referencia al profeta
Isaías, y en realidad al entero Antiguo Testamento, durante su
ministerio público demuestra cuán enérgicamente había sido
modelada su teología por las Escrituras Hebreas. El Dios a quien
Jesús sirvió se había anunciado a sí mismo como una sola persona,
nunca Triuno.
No deberíamos de estar sorprendidos por la tenacidad con la
cual los judíos preservaron el concepto de un, solo, único Dios
creador. Su persistencia fue estimulada por la repetición constante
de Isaías del más importante de todos los hechos religiosos. El
profeta nuevamente habla del Dios de Israel: “Yo Jehová, que lo
hago todo, que extiendo solo los cielos, que extiendo la
tierra por mi mismo”[ o, quién estaba conmigo?] (Isa.
44:24). Pocas declaraciones podrían haber sido mejor calculadas para
desvanecer para siempre de la mente Judía la idea de que más de
una persona había sido responsable de la creación.
El énfasis es aún más llamativo cuando este mismo escritor,
en siete versos separados en el capítulo 45 de su libro, registra lo
siguiente: “Yo soy Jehová, y ninguno más hay; no hay Dios fuera
de mí” (Isa. 45:5). Estas declaraciones fueron diseñadas para que
se fijaran para siempre en la mente de Israel la idea de que Dios es
uno (una persona). El mismo Único Dios continuó diciendo a través
de Isaías: “Yo hice la tierra, y creé sobre ella al hombre”
(Isa. 45:12).
Se enseña frecuentemente que aquel que se ha supuesto vino a
ser Jesús, el Hijo de Dios del Nuevo Testamento, fue responsable de
la obra de la creación. Sobre la base de lo que hemos leído, ¿cómo
pudo semejante idea ser concebida? Acaso no habrían prevenido los
escritos de Isaías que entrara semejante noción en los mentes
Judías? “Ciertamente en ti está Dios, y no hay otro fuera de
Dios” (Isa. 45:14). Y nuevamente, “Porque así dijo Jehová, que
creó los cielos; él es Dios, el que formó la tierra, el que la
hizo y la compuso; no la creó en vano, para que fuese habitada la
creó: Yo soy Jehová, y no hay otro” (Isaías 45:18).
Dos pasajes adicionales retaron a Israel a una fiel devoción al
único Dios: “¿Quién hizo oír esto desde el principio, y lo
tiene dicho desde entonces, sino yo Jehová? Y no hay más Dios que
yo; Dios justo y Salvador; ningún otro fuera de mí. Mirad a mí, y
sed salvos, todos los términos de la tierra, porque yo soy Dios, y
no hay más.” (Isa. 45:21,22). Algunos han confundido el uso de la
palabra “Salvador” en este texto con las frecuentes referencias
de la misma palabra a Jesús, el Mesías. Es bastante obvio que él
es llamado también Salvador en el Nuevo Testamento (como son los
jueces en el libro de los Jueces y como también Josefo lo llamó a
Vespasiano).4 Nosotros
notamos la distinción trazada en Judas 25, donde ambos Jesús y Dios
son llamados al cierre del libro: “Al Dios único, nuestro
salvador, por medio de Jesucristo, nuestro Señor, gloria, majestad,
fuerza y poder antes de todo tiempo, ahora y por todos los siglos”
(V. Biblia de Jerusalén). Es bastante claro que el concepto Judío
de un Dios unipersonal no es perturbado por este escritor del Nuevo
Testamento. De hecho, no puede haber otro enunciado formulado de modo
más claro que éste---de que hay “solo” una persona en la
Deidad. Ambos Dios el Padre y Jesucristo son mencionados en la misma
oración, pero Jesús es obviamente distinguido del “único Dios.”
Otros escritores del Nuevo Testamento hacen igualmente declaraciones
claras. El Padre de Jesús es el único absoluto Salvador. Otros que
no son El sólo pueden funcionar como salvadores en un sentido
subordinado y delegado.
Fue dentro de esta cultura Judía con su profunda creencia
atrincherada en el único Dios que Jesús nació. Diecinueve siglos
después un Judío Israelí Ortodoxo, Pinchas Lapide, miembro de la
facultad de la universidad Bar Ilan en Israel (de quien citamos
antes), muestra que los judíos fueron prohibidos de desviarse de la
creencia en el Dios unipersonal: “De la palabra Hebrea Echad
(que significa uno) aprendemos no sólo que no hay ninguno fuera
del Señor, sino también que el Señor es uno y que por tanto el
Señor no puede ser visto como algo aglomerado que sería
divisible en varias propiedades o atributos”.5
No es sorprendente que de acuerdo al registro
bíblico, cuando Israel escogió abrazar otros dioses, sobrevino el
caos, la nación se dividió, y las amenazantes profecías de Isaías
se cumplieron. La cautividad nacional fue la pena por su apostasía
hacia el politeísmo. Podría muy bien ser que la confusión y
fragmentación que hemos presenciado en la historia del Cristianismo
pueda trazarse exactamente a la misma apostasía de la creencia
original de que Dios era una persona única.
El concepto de un Dios unipersonal no estuvo limitado al
profeta Isaías. Oseas informa sobre el Dios de Israel diciendo:
“Pero yo soy Yahveh, tu Dios, desde el país de Egipto. No conoces
otro Dios fuera de mí, ni hay más salvador que yo.” (Oseas 13:4).
Más aún, el status único del Dios único no estaba limitado a
aquellos tiempos antiguos. Nosotros recibimos la clara impresión de
parte del profeta Joel cuando habla de un Israel futuro después de
que haya alcanzado su promesa de grandeza, que esta nación estará
todavía, y para siempre, atada al único Dios unipersonal: “Y
sabréis que en medio de Israel estoy yo, ¡yo, Yahveh, vuestro Dios,
y no hay otro!” (Joel 2:27). Joel nos hace recordar que
cualquiera o quienquiera que era el Dios de los Judíos del Antiguo
Testamento, El debía permanecer como su Dios en perpetuidad.
La mente Judía estaba convencida de que el único Dios
unipersonal, el creador, era también el Padre de la nación. Así lo
dice el profeta Malaquías: “¿No tenemos nosotros un mismo
Padre?¿No nos ha creado el mismo Dios?” (Mal. 2:10).6
Nada podría ser más claro que el único Dios del monoteísmo Judío,
sobre el cual fue fundada la herencia Judía de Jesús, era el Padre.
Este ser único es muy frecuentemente descrito como Dios y Padre en
el Nuevo Testamento. Verdaderamente El es el “Dios y Padre de
nuestro Señor Jesucristo,”7
Su Hijo. Es sumamente significativo el hecho de que Jesús como
“Señor” está todavía subordinado a su Dios. El título
Mesiánico “Señor” por tanto no significa que Jesús es Dios.
La Palabra Hebrea Elohim
Con poca autoridad por parte de aquellos entrenados en el idioma
Hebreo, Trinitarios y Binitarios a veces presentan la declaración en
Génesis 1:26 como prueba (en contradicción de la evidencia de miles
de pronombres singulares denotando al único Dios) de que una
pluralidad de personas en la Deidad fue la responsable por la
creación. “Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen,
conforme a nuestra semejanza” Este argumento es precario. Eruditos
modernos ya no toman más la frase, “Hagamos” o la palabra elohim
para significar a un Dios compuesto por una pluralidad de
personas como el creador de todo. Es muy probable que el sustantivo
plural “nosotros” contenga una referencia al concilio asistente
de ángeles del único Dios, 8
quienes ellos mismos han sido creados en la imagen de Dios y han sido
testigos de la creación del universo (Job 38:7). Es extravagante
imaginar que este verso apoye la idea de que Dios estaba hablándole
al Hijo y al Espíritu Santo. ¿Dónde en la Escritura habló Dios
alguna vez con su propio Espíritu? El texto no dice nada del todo
acerca de un eterno Hijo de Dios, el segundo miembro coigual de una
Trinidad. Más aún, el “nosotros” del texto no da indicación de
otros socios coiguales en la Deidad. Si Dios es una persona
unipersonal o singular, Su uso de la palabra “nosotros” significa
que El se dirige a algún otro en vez de Sí mismo, i.e., a otro que
a Dios.
Un léxico Hebreo de la Biblia
confirmará que la palabra elohim (Dios) no es una palabra
“uniplural”, que quiere significar que dos o más personas
componen la Deidad (o, como algunos han pensado, la “familia de
Dios”). Deben contarse con las peculiaridades de cualquier lenguaje
si queremos obtener un sentido adecuado de sus significados. Esto,
descubriremos, es indispensable en nuestra investigación para un
verdadero entendimiento.
Los hechos reconocidos del
idioma Hebreo no apoyarán ni un solo caso de Dios compuesto por
múltiples personas. Nosotros tomamos nota de lo que tiene que decir
The Gesenius’ Hebrew Grammar (La Gramática Hebrea de Gesenio), una
autoridad normativa acerca de la palabra Elohim:
El término “plural de
majestad”... resume las diferentes características pertenecientes
a la idea [de Dios], además de incluir el sentido secundario de una
intensificación de la idea original. En el caso de la palabra elohim
el idioma ha rechazado enteramente la idea del plural numérico
cuando denota [o tiene que ver con] un [solo] Dios--- realidad que se
demuestra por el hecho de que esa palabra está casi siempre unida
con un atributo singular.9
Debemos respetar el hecho que
la familiaridad de los Judíos con su propio lenguaje nunca los ha
llevado a concluir que una pluralidad de personas en la Deidad estaba
insinuada remotamente en este capítulo del Génesis. En el caso
de que podríamos sentir que los Judíos perdieron algo de su propia
Biblia, debemos notar en los sucesivos versos (vv.27-31) que el
pronombre singular es siempre usado con la palabra Dios: “Creó,
pues, Dios al hombre a su (no Sus) imagen, a imagen de Dios los
creó” (v. 27). Uno podría estar en una situación embarazosa al
concluir, en base a este texto, donde el pronombre personal (Su) que
describe a Dios es singular, que se estaba revelando una pluralidad
de seres. Observe además: “Y dijo Dios: He aquí que os he (no
Hemos) dado toda planta que da semilla...para comer...y Dios vio todo
lo que había (no Habían) hecho, y he aquí que era bueno en gran
manera” (vs. 29-31).10
Un estudio de la palabra Hebrea
para Dios (Elohim) no brinda apoyo para la persistente idea de
que “Dios” en Génesis 1:1 incluye a ambos, el Padre así como a
Su Hijo y el Espíritu Santo. No debería extrañarnos la obvia
dificultad de semejante interpretación. Si elohim implica más
de una persona en este texto, ¿cómo va uno a explicar que la
palabra idéntica, elohim, se refiere a Moisés: “Y dijo
Yahweh a Moisés: Mira, yo te he constituido dios (elohim)
para Faraón, y tu hermano Aarón será tu profeta” (Éxodo 7:1)?.
Seguramente que ninguno afirmaría una pluralidad para la única
persona de Moisés. El único dios Dagón es llamado elohim
(Dios): “No quede con nosotros el arca de Dios de Israel, porque su
mano es dura sobre nosotros y sobre nuestro dios (elohim)
Dagón” (1 Samuel 5:7). Similarmente la palabra elohim es usada
para describir el dios de los amoritas: “Lo que te hiciere poseer
Quemos tu dios (elohim), ¿no lo poseerás tú?” (Jue.
11:24). Además, el Mesías mismo es tratado como elohim (Sal.
45:6; Heb. 1.8). Ninguno argumentaría que el Mesías es más de una
sola persona.
De esta evidencia concluimos
que los Judíos, en cuyo idioma el Antiguo Testamento está escrito,
no emplean la palabra elohim, usado para el único Dios verdadero
para dar a entender que El es más de una persona. Aquellos que
intentan leer la Trinidad o Binidad dentro de Génesis 1:26, o dentro
de la palabra elohim, están envueltos en una forzada
interpretación. Elohim es plural en forma pero singular en
significado. Cuando se refiere al único Dios es seguido por un verbo
singular. Nadie antes del siglo doce se imaginó que una pluralidad
en la Deidad estaba en alguna forma indicada por el título Hebreo
para Dios. Muchos Trinitarios mismos han dejado ya hace mucho tiempo
de argumentar a favor de la Trinidad basándose en Génesis 1:1 o
Génesis 1:26.
Es razonable hacer esta
pregunta a aquellos Trinitarios que dicen que elohim es un
plural real: ¿Por qué no ponen “es” al final de la palabra
Dios? En Español los plurales están marcados por un “es”, “as”,
u “os” final o en la última sílaba. Si el pronombre “nosotros”
en Génesis 1:26 describe una Deidad plural, entonces deberíamos
referirnos regularmente a la Deidad como “Ellos” y “Los”.
Los Trinitarios están descontentos con esto, indicando que su noción
de la Deidad desafía las leyes del lenguaje y la lógica. Si Dios
realmente es plural, ¿por qué en cambio no traducir del verso de
apertura de Génesis 1: “En el principio Dioses...”? El
politeísmo latente de mucho del pensamiento Trinitario estaría
entonces claramente desenmascarado.
La Palabra Hebrea para
Uno----Echad
Es falso decir que la palabra
Hebrea echad (uno) en Deuteronomio 6:4 señala a una “unidad
compuesta”. Una defensa reciente de la Trinidad 11
argumenta que cuando “uno” modifica un sustantivo colectivo como
“racimo” o “manada” entonces implica una pluralidad en echad.
El argumento es falaz. El sentido de pluralidad se deriva del
sustantivo colectivo (manada, etc), no de la palabra “uno”. Echad
en Hebreo es un uno numérico. “Abraham era uno [echad]”
(Eze. 33:24; “solo un hombre,” NIV). Isaías 51:2 también
describe a Abraham como “uno” (echad; “solo,” KJV; “el
único,” NJB), donde no hay posibilidad de equivocación acerca del
significado de esta simple palabra. Echad aparece vertido como
el numérico “uno”, “solo”, “único”, “entero,
indivisible”, “uno solo”12
Su significado normal es “uno y no dos” (Ecl. 4:8). “Dios es un
Señor” (Deut. 6.4, citado por Jesús en Mar. 12:29, NASV),
obviamente por consiguiente una persona sola y distinta del “Señor
Mesías” mencionado en el mismo pasaje (Mar. 12:36). El único Dios
es identificado con el Padre en Malaquías 1.6 y 2:10 y es
constantemente distinguido en el Nuevo Testamento de Jesús, el Hijo
de Dios, quién es presentado como un individuo separado. En la
Biblia Hebrea “el ungido del Señor” (literalmente “cristo”)
es el Rey de Israel. Este agente del Señor Dios en ninguna ocasión
es confundido con Dios.
Sostener que “uno”
realmente significa “unidad compuesta” es un ejemplo de un
argumento sin prueba lógica. Robert Morey sostiene que echad
no significa un absoluto uno sino un uno compuesto.13
Este argumento envuelve un error lingüístico fácilmente notorio.
Echad aparece unas 960 veces en la Biblia Hebrea y en ningún
caso la palabra acarrea un indicio de pluralidad. Ella significa
estrictamente “uno y no dos o más”. Echad es un adjetivo
numérico y es a veces hallado normalmente modificando un sustantivo
colectivo.---una familia, una manada, un racimo. Pero deberíamos
observar cuidadosamente que el sentido de pluralidad reside en el
sustantivo compuesto y no en la palabra echad (uno).
Al principio en Génesis oímos
decir que “los dos (Adán y Eva) serán una carne” (Gén. 2:24).
La palabra “uno” aquí significa precisamente uno y no más (una
carne y no dos “carnes”!). Un racimo de uvas es exactamente
eso---uno y no dos racimos. Así cuando se dice que Dios es “un
Señor” (Deut. 6:4; Mar. 12:29, NASV) El es un solo Señor y no
más.
Suponga que alguno dijera que
la palabra “uno” significaba un “uno compuesto” en las
palabras “un trípode”. Suponga que alguno pensara que la
frase un Estados Unidos de América implicara que ese un
es realmente plural en su significado. El razonamiento engañoso es
obvio: La idea de pluralidad pertenece a las palabras Trípode y
“Estados”, no a la palabra “un”. Es un subterfugio transferir
a “un” la pluralidad que pertenece sólo al siguiente sustantivo.
Esto sería similar a decir que “un” realmente significa “un
ciento” cuando aparece en la combinación “un cienpiés”!.
Nuestro punto puede ser confirmado en cualquier léxico de
Hebreo bíblico. El léxico de Koehler y Baumgartner nos da el
significado fundamental de echad, “uno solo.”14
Cuando los espías regresaron con evidencia de la fertilidad de la
tierra prometida ellos trajeron “un (echad) racimo de uvas”
(Num. 13:23, NRSV). Echad es frecuentemente vertido “un
solo,” o “solo uno.”15
Así cuando se trata del asunto del credo de Israel, el texto nos
informa (como lo hacen los múltiples pronombres singulares para
Dios) que El Señor supremo de Israel es “un único Señor”,”
“un Señor solo”.
Ha sido necesario ridiculizar nuestro punto porque la reciente
defensa de la Trinidad emite la afirmación asombrosa de que echad
siempre implica una “unidad compuesta.” El autor luego construye
su caso para un Dios multi-personal en lo que él cree es una
fundación firme en la Biblia Hebrea. El hecho lingüístico es que
echad nunca significa “uno compuesto,” sino estrictamente
“solo uno.” El hecho de que “muchas aguas fueron juntadas en un
(echad) lugar” (Gén. 1:9), no provee datos del todo para un
sentido de un uno compuesto, y mucho menos para una pluralidad en la
Deidad.16
Desde que el extraño argumento acerca de la así llamada
“pluralidad” en la palabra “uno” está tan ampliamente
extendido y que ha sido aparentemente aceptado sin crítica alguna,
añadimos acá los comentarios de un profesor de teología Trinitario
quien concede que el argumento popular de la palabra echad
(uno) es tan frágil como el argumento de la palabra elohim.
Ningún caso para un Dios multi-personal puede basarse sobre el hecho
de que “uno” en Hebreo y español puede a veces modificar un
término colectivo:
“Aún más débil (que el argumento de Elohim)
es el argumento de
que la palabra Hebrea para “uno” (echad)
usado en el Shema
(“Oye, Israel: El Señor nuestro Dios es un
Señor) se refiere a un
uno unificado, y no a un absoluto uno. Por
consiguiente, algunos
Trinitarios han argumentado, que el Antiguo
Testamento tiene
un punto de vista de una Deidad unida (27).
Es, por su puesto,
cierto que el significado de la palabra puede en
algunos contextos
denotar una pluralidad unificada (e.g. Gén.
2:24, “y serán una
sola carne”). Pero esto realmente no prueba
nada. Un examen del
uso del Antiguo Testamento revela que la palabra
echad es tan
capaz de varios significados como lo es nuestra
palabra Española
“uno”. El contexto debe determinar si se ha
intentado decir una
singularidad numérica o una unificada
singularidad.17
Ha sido a veces argumentado que Dios hubiera sido descrito
como yachid, i.e. “solitario, apartado, el solo uno,” si
sólo hubiera una persona en la Deidad. El uso de echad (“uno
solo”), sin embargo, es del todo suficiente para indicar que la
Deidad consta de un solo Dios unipersonal. Yachid es raro en
el Hebreo bíblico. Este acarrea en la Biblia el significado de
“amado,” “único engendrado” o “solitario” y sería
inapropiado como una descripción de la Deidad”.18
Hay otra palabra Hebrea bad, “solo, por uno mismo”,
separado”. El cual de hecho describe al Único Dios. Deuteronomio
4:35 declara que “y no hay otro fuera de él”. La absoluta
singularidad del único Dios es similarmente enfatizada cuando se
dice de El: “Tú solo eres Jehová” (Neh. 9:6), “Sólo tú eres
el Dios de todos los reinos de la tierra” (2 Reyes 19:15)., “Sólo
tú eres Dios” (Sal.85:10). El único Dios de Israel es una sola
persona, sin rival, y de una clase propia. El es Uno, con toda la
simplicidad matemática implicada por esa palabra.19
Con estos hechos ante nosotros, sería difícil no simpatizar
con el judío del primer siglo, teniendo el Antiguo Testamento como
guía, por mantener con una decidida tenacidad la creencia en Un solo
Dios conformado por una sola persona. Una investigación de las
Escrituras Hebreas para hallar alguna señal de una dualidad o
Trinidad de personas divinas activas en la creación probará ser
infructuosa.20 Para
proponer una Deidad de más de una persona nos requerirá arrojar a
un costado las reglas del lenguaje y la gramática. Historiadores
responsables, ambos seculares y religiosos, concuerdan que los Judíos
de los tiempos de Jesús sostuvieron firmemente una fe en un Dios
unipersonal. Es una de las más grandes ironías de la historia de
que los teólogos Cristianos hayan negado a los Judíos el derecho de
explicar el significado de Dios en sus propias Escrituras. Se
requiere que la voz Judía en esta materia sea oída nuevamente:
El Antiguo Testamento es estrictamente monoteísta. Dios
es un solo ser
Personal. La idea de que la Trinidad debe encontrarse allí
o aún de
alguna manera escondida(29), es una asunción que por
mucho tiempo a
dominado en la teología, pero es totalmente carente de
fundamento.
Los Judíos, como un pueblo, se convirtieron bajo sus
enseñanzas en
duros oponentes de todas las tendencias politeístas hasta
este día. En
este punto no hay un ruptura entre las Escrituras del
Antiguo
Testamento y el Nuevo. La tradición monoteísta sigue
persistiendo.
Jesús fue un Judío, entrenado en las Escrituras del
Antiguo Testamento
por padres Judíos. Su enseñanza fue Judía hasta lo más
profundo;
verdaderamente un nuevo evangelio, pero no una nueva
teología.21
El Judaísmo no está como desprovisto de fórmulas
dogmáticas como
uno supone frecuentemente...el Judaísmo tiene sus propios
credos y a
artículos de fe. El Shema Israel (Deut. 6:4) no es sólo
una fórmula
litúrgica y un mandamiento; es también una confesión de
fe, y es
considerado como más importante que los credos Judíos
históricos.
Como una confesión de fe, el Shema es la afirmación de
la unidad y la
singularidad de Dios. Constituye la más alta expresión
del
“monoteísmo Judío”: Adonai 22
es nuestro Dios; Adonai es uno...” Los
símbolos Cristianos de la fe---El Credo de los
Apóstoles, el Credo
Niceno-Constantinopolitano, el Credo de Atanasio, por
citar sólo los
más importantes---son considerados por los Judíos como
una rotunda
contradicción a esta declaración fundamental del
monoteísmo Judío.
Claude Montefiore lo ha expresado de la manera más
inteligente: “Con
respecto a la naturaleza de Dios, todos los Judíos
sostienen que la
doctrina de la divinidad de Cristo, de la Trinidad, del
Hijo Eterno, de la
personalidad del Espíritu Santo, son infracciones de la
Unidad divina y
falsas”. 23
La idea de que Dios está constituido por diversas
personalidades tal
Como lo presenta la creencia Cristiana en la Trinidad es
una
separación de la concepción pura de la unidad o
singularidad de Dios.
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